No hay espacio más íntimo, emocional y simbólico que encontrarse bailando la música con la que has crecido en las fiestas de tu pueblo, copa en mano (o sin ella). A ese espacio sentimental es al que lleva apelando ORTIGA desde sus inicios: el de recuperar y expandir la música de baile que apela a ese espacio popular y cultural de su Galicia natal.
Desde los inicios de ORTIGA (e incluso en su proyecto anterior, Esteban y Manuel) el artista compostelano ha llevado por bandera la reivindicación de la música de verbena, de la cultura de orquestas y de la herencia de la música latina que se instaló con fuerza en Galicia, casi como una suerte de «música de ida y vuelta» entre América Latina y Galicia. Pero en «Obra social» consigue una cohesión mayúscula, demostrando su absoluto estado de gracia creativa.
Retorciendo, reiniciando, resignificando, recodificando y, en definitiva, llevando a una nueva (¿quinta?) dimensión géneros como el merengue, la bachata, la cumbia, la música de verbena o el electro-latino; ORTIGA articula un espacio de acogida y encuentro en «Obra social», que no se llama así al azar, como él mismo cuenta:
Con canciones que se han convertido en himnos de la verbena y del verano gallego como «A nosa verbena», reversiones de clásicos populares que se animó a reescribir como «Papá & Mamá», merengues ácidamente sexys como «Le hice el seso a tu novio», canciones que se acercan a frecuencias italo-disco-verbenera como «Andiamo fare la bossa nova», cumbias rebajadas como «Cumbia vertical» o canciones de verbena electrónica como «Fin de semana» o «Como ti queiras»; estamos ante el disco de confirmación de uno de los artistas más populares e iconoclastas de la música gallega contemporánea.