NUDOZURDO

Hablar del regreso de Nudozurdo es hacerlo de la vuelta de una de las bandas más rabiosamente personales e íntegras que ha dado la música española independiente en las últimas dos décadas. Se trata de un pequeño gran acontecimiento que supone volver a contar de forma activa con una formación que, desde el principio de su carrera, ha ido construyendo un camino propio en el que no caben modas o tendencias. 

El combo se formó en 2002 en Madrid, año en el que se destaparon con un trabajo homónimo que sirvió como carta de presentación. Pero fue su continuación, Sintética (2008) cuando se revelaron como uno de los nombres a seguir en el rock nacional. Combinando sonidos hipnóticos, sensibilidad melódica y algunos de los textos más interesantes del panorama independiente, demostraron que lo suyo venía para quedarse. Mención aparte para unos directos que ya por aquel entonces sorprendían por su solvencia y originalidad. Un grupo de rock, con todas las letras.

El momento de gracia creativo se mantuvo con el arrebatador Tara Moto Hembra (2011), que subrayaba y amplificaba las constantes vitales apuntadas en anteriores entregas y que, en mitad del respeto de la crítica y de un público fiel que iba aumentando con cada lanzamiento, auparon a la formación al primer puesto del rock independiente. Tan sólo un año después, marcando un ritmo de publicación inédito en nuestro país, llegó Ultra presión, elepé que supuso un paso más en la búsqueda de Nudozurdo de su propio universo y de su alergia a repetirse. En las críticas, se leyeron conceptos como “rock apocalíptico” o “psicodelia salvaje”. Lo que estaba claro es que Leo Mateos y los suyos trascendían etiquetas y géneros para configurar un sonido único que avanzaba en búsqueda de la experimentación. 

En ese sentido, Rojo es peligro, quinto disco del conjunto -contando aquella entrega inicial homónima- editado en 2015, supuso su declaración definitiva como banda que se negaba a repetirse a sí misma y cuya carrera discurría definitivamente por un camino propio. Un par de años después vio la luz Voyeur Amateur, su último trabajo hasta la fecha. Se trató de una obra esencial en la historia del grupo madrileño, con las guitarras de nuevo como ingrediente sustancial de un cóctel sónico más abrasivo que nunca y que incluía referencias a la naturaleza en la parte lírica.

En 2018, quizá con la necesidad vital de explorar otros territorios, Nudozurdo ponía punto y seguido a su trayectoria. Leo Mateos, en cualquier caso, demostrando su compromiso con las canciones y la creación, publicó un más que estimulante disco es solitario en 2021: Demasiado bellos para ser esclavos

Tras esa etapa de letargo, Nudozurdo regresan ahora bajo la etiqueta Sonido Muchacho con su nuevo trabajo, «Clarividencia». Como el que da un paso atrás para luego dar dos adelante, su vuelta supone una noticia de calado para aquellos que creen en la música incorruptible y que surge de las entrañas. La música que nace de un Leo en estado de gracia, tanto en el estudio como en el directo, donde se erige en el maestro perfecto de una misa a la que fuimos invitados hace ya 2 décadas y a la asistimos con la fe intacta.

COMPARTE
SUSCRÍBETE A LACRE